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PERFECT MATCH

  • Foto del escritor: kitsune_motenashi
    kitsune_motenashi
  • 14 jun 2020
  • 2 Min. de lectura

Actualizado: 16 jul 2022

Dicen que una imagen vale más que mil palabras, y hay veces que con solo una imagen se consigue remover tanto los adentros que dejas de pensar racionalmente para dejarte llevar por tus instintos.


Tu cabeza desconecta de la absurda cotidianidad y se centra en tus deseos más intensos. Una voz en tu cabeza repite una y otra vez “ Necesito una paliza más que el aire que respiro” y la acabas diciendo en voz alta, con la suerte de que obtienes una respuesta, “Y yo necesito desahogarme”.


Y si esto fuera una película de Disney ahora saltarán los unicornios voladores y las margaritas espolvorearían purpurina ante la conjunción perfecta de dos personas con deseos tan complementarios… la masoca necesita palos y el sádico darlos.


Pero no es un precioso cuento de hadas donde el caballero tiene que salvar a la princesa para acabar muriendo de viejos empachados de perdices. No, es tan solo la unión de dos personas afines en filias que necesitan saciar su sed.


Y finalmente suena el tintineo de la campana que da inicio a la "sesión"...


Una "sesión" donde los preliminares se dan ante una puerta entreabierta a una calle poco transitada, pero que cualquier mirada fugaz puede delatar esos primeros roces de piel con piel bajo el precioso vestido, mientras ella pide la cena por teléfono sin apenas imutarse.


Una "sesión" donde Él le pide a ella que se ponga uno de sus plugs de silicona mientras la mira sentado en una silla, como si de un trailer de una película se tratase. Ahora ya pueden ir a recoger la cena, sin bragas obviamente.


Una "sesión" repleta de gestos que podrían desencadenar el estallido de lo que ambos van controlando poco a poco y mostrando casi con cuentagotas, pero a la vez una “sesión” que tan sólo es una cena entre amigos, que cada día se conocen más.


Y al fin y al cabo una "sesión" tan sólo de cinturones cortando el aire del salón, de manos golpeando nalgas, de gargantas irritándose como si se acabaran de limar las cuerdas vocales, de pieles enrogeciendose y manos durmiendose…


Una "sesión" donde no hay orgasmos, pero hay placer. Una "sesión" donde se sacian los instintos que te identifican. Una “sesión” donde no se acaba follando, porque no es el propio fin del encuentro.


Y eso es sesionar. Saciar las necesidades que se desprenden de tus filias, sin tener que acabar, necesariamente, follando. Porque el simple hecho de follar, para muchos, es casi intrascendente. No quiere decir que no haya líbido, o que las filias no lo aumenten, claro que sí… pero es secundario, no es el fin del encuentro.


Si es así, yo si que sesiono.


 
 
 

Comments


A veces escribo cosas...
Quieres que te avise cuando eso pase?

Tú lo has querido...Luego no vengas a quejarte!!

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