PEPITO GRILLO
- kitsune_motenashi
- 24 jul 2020
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 16 jul 2022
Se que puede sonar prepotente, pero siempre que me han preguntado por mis límites mi respuesta ha sido “pues ni idea, siempre me puede más la curiosidad que el miedo”. Eso no quiere decir que me gusten todas las prácticas, por ejemplo las cuerdas y yo solo nos vemos en el terrado para tender la colada.
Todo me crea curiosidad, que se sentirá al recibir una descarga eléctrica? y llevando un cilicio? Hasta qué punto puedo ceder el control? Y lo malo es que cuando consigo respuesta a esas preguntas siempre se formulan nuevas, es un no parar.
Abrir nuevas fronteras a lo desconocido no suele ser una experiencia “bonita” ya que sales de la zona de confort y eso genera sentimientos encontrados. Si decides quedarte donde estás, en esa parte conocida y que controlas a la perfección, te sentirás bien a pesar de que te sepas de memoria el menú degustación. En cambio, si decides salir de la burbuja para ver que nuevos manjares hay ahí fuera, saldrás a lo desconocido… y eso siempre aterra.
En mi caso, me encanta evolucionar tanto mental como físicamente, realmente me genera una sensación de satisfacción y plenitud que no consigo con nada más. Pero ese proceso de superación no sale siempre bien a la primera, de ser así sería muy aburrido, no??
Dicen que cada maestrillo tiene su librillo, y yo tengo el mío propio para afrontar los retos. No utilizo palabra de seguridad. 3 ... 2 ... 1… Ya siento sobre mi la avalancha de críticas de todos los expertos en la materia. Pues bien, como en mi mundo solo estoy yo hago lo que me dá la gana.
No tener palabra de seguridad no es una decisión que haya tomado alegremente, en verdad la tomé con el tiempo y tras varias experiencia que me demostraron que yo funcionaba mejor sin ella. Descubrí que cuando me frustro y me culpo porque algo no me sale bien, mi cerebro se licuaba y entra en estado catatónico, siendo más fácil salir huyendo con la palabra de seguridad que intentar superarme.
En cambio, convivo con una vocecilla en mi interior que de vez en cuando chilla como si fuera una cigarra en pleno mes de agosto para avisarme de que algo no va bien y que sería mejor no seguir por ese camino evitando así un posible traumita, que ya voy servida con los que tengo instalados en mi cabeza.
Decir que se practica BDSM no es estar abierto a todo, no es ser un comodín para cumplir fantasias. Sentir el BDSM es comprenderte, descubrirte y vivir a un nivel más amplio pero siempre siendo tu mismo, respetandote a ti por encima de cualquier cosa y sobre todo sabiendo escuchar a tu cigarra cuando te muestra uno de tus límites que ni sabías que tenías y que puede ser más difícil de superar de lo que creías, pero puedes superarlo.
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