MENTE

Siempre he pensado que dentro de mi cabeza hay una especie de interruptor que hay que tocar para que parte de mi se active. Es un simple interruptor de ON/OFF, solo hay que llegar y darle, como cuando entras a una habitación y enciendes la luz. Entonces porque cuesta tanto dar con él?? A veces pienso que a la gente le gusta ir a oscuras por mi cabeza… si está ahí mismo!!

En verdad no es un problema que la gente vaya a tientas por mi cabeza, porque al primer batacazo se acaban yendo… la desventaja radica en que la falta de claridad hace que yo misma me acostumbre a esa penumbra y que la sensación de verlo todo bajo una luz brillante sea tan solo un bonito recuerdo.

Pero un día, sin esperarlo, sin buscarlo y sin estar preparada alguien entra en mi cabeza y va directo hasta ese interruptor, como si conociera el camino de memoria, sin tropezarse con nada, y lo pone en ON. Así de fácil, así de sencillo, así de natural…

En ese momento te das cuenta de que el interruptor vuelve a estar encendido, pero la luz es tan potente que te ciega y ahora eres tu la que se tropieza con todo lo que está en el camino que te lleva a la meta que tanto deseas llegar. Tener el camino bien iluminado no significa que lo sigas de primeras, porque es largo, porque tiene cuestas, porque tiene baches...y tu solo quieres llegar al final, por lo que intentas atajar.

A veces, esos atajos te llevan por un camino equivocado y el interruptor se vuelve a poner en OFF. Vuelve la oscuridad y crees que si sigues por el atajo acabarás llegando a la meta, porque a tozuda no me gana nadie…, y no vas a reconocer tu error, ni mucho menos vas a retroceder los pasos ya andados...

Pero no hay atajos que te lleven a esa meta. Debes hacerte el camino entero y sobre todo aprender de su andadura. Solo hacer el camino entero te proporcionará el suficiente conocimiento para disfrutar de la meta ya que antes de entregarse a alguien, un sumiso debe aprender a cuidar de sí mismo.

Yo he tenido la suerte de que, estando a oscuras en ese atajo, Él vuelva a entrar en mi cabeza y con la misma facilidad que el primer día se acerque al interruptor para volver a encenderlo para así volver a poner el camino bien iluminado. Está vez la luz ya no cegaba tanto y todo parecía más nítido.

Esta vez he decidido no correr, a pesar de las ansias, a pesar de la falta de paciencia, a pesar de desear llegar a la meta lo antes posible. Está vez le he cogido la mano para poder andar junto a Él y llegar juntos a la meta pero disfrutando ambos del camino.

Confío en Él más que en mi misma...