MASOQUISMO
- kitsune_motenashi
- 9 dic 2019
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 16 jul 2022
Alguna vez te han dicho la frase "Te necesito"? Parecen un par de palabras sin más, que puedes escuchar en cualquier situación cotidiana, tanto si te encuentras colgando un cuadro como si alguien no puede alcanzar algo de un estante alto.
Pero esa frase adquiere otro significado cuando lo que se necesita de ti es tu capacidad de aguante a los golpes, cuando lo que se tienta es tu apetito voraz por el dolor físico, cuando lo que te piden prestado, a priori, es tu propio cuerpo. Pero no nos engañemos, también parte de tu mente.
Puede parecer que el masoquismo, el disfrute que se obtiene a través del dolor físico (y también psíquico), es un pilar básico dentro del BDSM, pero cada día me sorprendo más de cuantos tipos de ladrillos pueden conformar la estructura de este pilar.
Por un lado están los ladrillos que por masoquismo entienden unos azotes traviesos en las nalgas mientras se está a 4 patas, y en el lado opuesto están los ladrillos que necesitan de una verdadera tunda de palos para sentirse vivos y que todo cobre significado.
También puede caerse en la equivocación de que el ser masoquista lo es siempre, a cualquier hora y bajo cualquier circunstancia. Está parte también goza de un amplio abanico de matices.
Para entender a un ser masoquista hay que saber que el dolor físico libera unas hormonas llamadas endorfinas que pueden llegar a convertirse en una droga que provoca un estado de éxtasis que te lleva a un estado de plenitud que dura un breve espacio de tiempo… De ahí, que cada dia necesites un poco más…
Como cualquier droga que afecta al organismo hay que tener en cuenta el estado del ser masoquista, sobre todo de su mente. Si éste no se encuentra en plenas facultades una sesión puede desgarrar mucho más que la piel de un cuerpo, puede romper su mente frágil.
Por cosas como éstas es porque siempre hay que contar con la otra parte, la sádica, para el control de la situación. La confianza de que observará cada cambio, de que sabrá hasta dónde llegar por mucho que se le inste a seguir, y sobre todo, que se ocupará de dar las curas necesarias tras esa sesión… Ya sea curar un labio partido o tender la mano para levantarnos y volvernos a la realidad.
Creo que es evidente que al ser masoquista hay que cuidarlo, egoístamente para poder seguir usándolo, quien querría un juguete roto??
Por ello, cuando tú, sádico, sientas las necesidad de golpear algo… No llames a tu juguete, vete al gimnasio y pégale al saco de boxeo o compra una vajilla y rómpela en mil pedazos…
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