FOLLAR O NO FOLLAR, ESA ES LA CUESTIÓN
- kitsune_motenashi
- 18 dic 2020
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 16 jul 2022
Te gusta follar?? Apuesto que la respuesta es un rotundo SI. Bueno, igual he generalizado demasiado y hay más de uno que me planta una disertación con argumentos muy contundentes sobre los beneficios de la castidad… Pero ya te digo yo que, lanzarme a mi ese discurso, sería despilfarrar saliva, a menos que nos centráramos en los beneficios y usos del uso del cilicio.
Pero en verdad podría afirmar que no, no me gusta follar. No es que no me guste disfrutar del chute de endorfinas que me produce la asquerosa capacidad que tengo de encadenar orgasmos, sería catalogada como espécimen antievolutivo de ser así, pero es que me aburre soberanamente.
Y mira que desde siempre he curioseado con mi cuerpo. Recuerdo que de pequeña, cualquier roce en mi entrepierna me excitaba y llegué a buscarlos a propósito consiguiendo llevar siempre las bragas mojadas… (una almohada entre las piernas contra la que frotarme, apretar el bañador contra mi coño de camino a la piscina cuando nadie me veía o el subidón al descubrir miradas furtivas de los amigos de mi primer novio que nos espiaban mientras follábamos en la fábrica abandonada de detrás del instituto).
Esto puede hacerte creer que mi vida ha sido una fiesta con barra libre de orgasmos, pero nada más allá de la verdad. Ha habido épocas (más largas que cualquier condena impuesta jamás por un juez) en las que he llegado a convencerme de que había perdido la capacidad de sentir orgasmos cuando follaba y lo asumí, como el que asume que no le va a tocar la lotería y ha de ir a trabajar a diario.
Pero estamos en el s. XXI y todo condenado tiene beneficios que en mi caso, de vez en cuando, (muuuy de vez en cuando) consisten en disfrutar de un buen polvazo. (Cuando recuerdo a un entrenador personal que tuve se me erizan tanto los pelos de la nuca que parezco Espinete recién peinado). Pero a pesar de que en esos permisos ves fuegos artificiales y tu cuerpo se pone hasta el culo de hormonas, acabas con una sensación de que te falta algo, de que no te has saciado y al poco rato estás como si nada...otra vez.
Todo pareció mejorar cuando en uno de esos permisos llegó el masoquismo, que vino para quedarse. La verdad que es un buen compañero de cama. Bueno, quien dice cama dice sofá, encimera, lavadora o estante de las especies, cualquier cosa menos un coche, exquisita que se ha vuelto una con el tiempo. Cuando al masoquismo le da por esmerarse mi coño acaba chorreando como una fuente, pero cuando no, ni la tunda de palos más bien dada abre el grifo.
En cambio si hay algo que me sacia como si me hubiera zampado una vaca con cuernos y todo, la Dominación. Y no hablo de la fuerza que te inmoviliza sobre una cama (permíteme ser convencional), hablo de esa Dominación que con una palabra tensa todo tu cuerpo, que con un “Buenos días cachorra” pronunciado a pesar de estar a chorromil kilómetros hace que todos tus orificios se dispongan para servirle. Esa Dominación que se siente al ser una propiedad con el único fin de ser usada y donde te la pela correrte o no porque solo deseas que Él disfrute y se sacie, ya que así tú disfrutarás.
Esa Dominación que te tiene de rodillas en medio de una habitación y hace que tus muslos se empapen de un precioso flujo que chorrea desde tu coño sin que te pongan un dedo encima. Esa Dominación que al follarte la mente hace que tu cuerpo la siga.
Esa Dominación.
Tras haber vivido algo así, es obvio que el follar me aburra, no??
Comments