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EGO DEL SUMISO

  • Foto del escritor: kitsune_motenashi
    kitsune_motenashi
  • 16 ene 2020
  • 2 Min. de lectura

Actualizado: 16 jul 2022

Hay momentos en los que me veo al espejo y me doy cuenta de que me estoy convirtiendo en aquello que tanto critico, una sumisa insumisa. Alguien que, a pesar de sentir la necesidad de someterse y ser dominado no permite que nadie lo haga ya que su ego le hace creer que lo único importante es el “yoismo” que viene siendo que primero soy Yo, después Yo, y finalmente también Yo.


La insumisión utiliza como escudo las vivencias pasadas, sobre todo en las malas vivencias, para autoconvencer de cuanto se ha sufrido, de cuanto daño me ha recibido y por ende, cuánto se merece obtener todo aquello que se deseo casi como un regalo divino.


Está rebeldia insana también se alimenta de un carácter intratable, cargante e impertinente, que tan sólo pretende desquiciar a quien trata de domar y someter. De este modo, cuando el Dominante desiste la insumisa alega que nadie puede domarla y vuelta a empezar… El victimismo va creciendo hasta tal punto que llegan a crearse verdaderos mártires sumisos...


Esto no solo me pasa a mi, no soy tan única. Es un sentimiento que albergan muchos seres sumisos que llegan a creerse tan especiales y únicos que se veen a sí mismos como la pieza estrella de una cacería en la que todo el mundo está deseando participar. Y en verdad, nada más lejos de la realidad, ni el sumiso en cuestión es el trofeo más deseado, ni todos los Dominantes desean ponerle un collar como señal de conquista.


Alimentar el ego del ser sumiso con todos estos MIEDOS tan solo nos hace creernos indispensables para el resto de mortales y solo oímos una vocecita que nos dice “tranquila, ya veras como vuelve”. Pero somos quienes elegimos ser y no somos ni únicos ni imprescindibles y puede que un día la vocecita se equivoque y tras un año de arduo trabajo de tirar muros, soltar y recoger correa la otra parte se canse y decida no volver. Seguramente no llegaste ni a ser consciente de este trabajo, verdad??


Tengo la suerte de que mi ego todavía no me ha devorado por completo y hay ciertos momentos en los que parece que la lucidez decide iluminarme y al ver mi reflejo en el espejo veo una imagen distorsionada de mi misma, pero todavía puedo vislumbrar mi esencia.


Permitirse sentir es como montar en bici, nunca se olvida. Por tanto, llegados a este punto hay que desterrar los miedos y dejarse caer en los brazos de quien lleva tiempo marcandonos el camino. Nadie dijo que fuera fácil, pero nada es imposible.


Recuerda, si tú ganas, pierdes.


 
 
 

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A veces escribo cosas...
Quieres que te avise cuando eso pase?

Tú lo has querido...Luego no vengas a quejarte!!

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