COLLARES
- kitsune_motenashi
- 22 ene 2020
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 16 jul 2022
Desde siempre nos ha podido la necesidad de mostrar a otros lo que es nuestro, lo que poseemos y atesoramos. Está necesidad viene impulsada por nuestro egoísmo y nuestra vanidad… y si, ya estamos otra vez… Porque sino, hay que comprar el anillo con el pedrusco más grande, o hay que lucir un collar en el cuello??
No soy muy dada a etiquetas, a protocolos ni a seguir una terminología previa… De ahí que no me entere de muchas cosas y a veces vaya más perdida que un canguro en un garaje. Pero ciertamente no entiendo porque hay que llamar panini de prosciutto a lo que toda la vida a sido un bocata de jamón.
Nunca he llevado un collar a los ojos de terceros, ni en los círculos ciber ni en los locales… Las veces que lo he vestido ha sido en la intimidad de casa. Y la verdad, es que nunca lo había necesitado ni para mí misma ni para identificar que pertenecía a alguien. Me hacía eso menos sumisa? Me hacía menos valedora de mi Dueño? No y no.
Con el paso del tiempo esa percepción ha ido cambiando y crecía el deseo de vestir el collar, seguramente por mi inseguridad o por mi vanidad. Crecía el deseo de que el resto de espectadores pudieran ver que me lo he ganado, que me lo merezco y que Él está orgulloso de mi porque soy buena sumisa, porque soy útil, porque para Él soy importante…porque existe y existo.
Ese deseo puede empañar la verdadera finalidad de un collar, un símbolo de posesión y de entrega, para convertirse tan solo en un abalorio decorativo sin ningún sentimiento que realmente haga de cierre.
Al fin y al cabo un collar no son los corchetes que acompañan un nick en una sala de IRC, a lo que valga decir que hay que tener un máster en criptografía para distinguir el significado de todos los tipos que existen ([] {}, _de_, abierto, cerrado, con nombre, vacío…), ni tampoco lo es un collar de piel trabajado a mano importado de la cuna de la marroquinería con una argolla forjada a fuego en el volcán activo de una isla remota…
Un collar es un sentimiento de entrega y uno de pertenencia que se entrelazan simultáneamente y que van en doble dirección, pero al fin y al cabo he de decir que sienta muy bien llevarlo aunque sea algo que tan solo tu sepas identificar, como el color negro de las uñas de tus dedos anulares.
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